No es de extrañar que lo llamaran “El Conde”. Pete “El Conde” Rodríguez fue uno de los cantantes más caballerosos que la música afrocaribeña haya conocido. Es cierto que podría ser apropiadamente rudo y valiente en el proceso de generar una combustión de salsa seria, pero nunca perdió su comportamiento aristocrático en el proceso. Con una perenne sonrisa de satisfacción en su rostro, el Conde siempre tenía el control del swing.
Otros vocalistas de salsa como Héctor Lavoe y La Lupe eran más afilados y más idiosincráticos. El Conde fue confiable hasta la falla. Nunca hizo un mal disco.
Al igual que la propia etiqueta de Fania, encontró el éxito al unir los mundos de Cuba y Puerto Rico. Hijo de un carpintero y músico aficionado, nació en Ponce y pasó los primeros años de su vida en la Isla del Encanto, hasta que su madre lo envió a Nueva York en busca de mejores horizontes.
Su fraseo tenía el sabor único de boricua que distingue a todos los cantantes puertorriqueños, desde Ismael Rivera hasta Cheo Feliciano. Pero El Conde tuvo éxito al adoptar el estilo vocal crudo de los cantantes cubanos por excelencia como Beny Moré y Miguelito Cuní, al tiempo que favoreció el material que rindió homenaje reverente a los dulces dulces afro-pop de La Sonora Matancera.
La carrera de El Conde estará asociada para siempre con otra leyenda tropical, el director de orquesta dominicano y cofundador de Fania, Johnny Pacheco. Fue Pacheco, quien vio a El Conde cantando con el pianista Johnny Soler en el club local Los Panchos, quien lo invitó a formar parte de su banda.
Rodríguez inició su colaboración con Pacheco en el lanzamiento de 1963 Suavito para el sello Alegre. Más importante aún, fue el vocalista principal del LP Cañonazo de 1964, el primer lanzamiento del sello Fania y la sesión que marcó la trascendental transición de Pacheco de la inocencia de la charanga cubana al formato tradicional de conjunto a la Sonora Matancera. Pacheco, quien ha trabajado con cantantes de renombre como Celia Cruz, Rolando Laserie y Héctor Casanova, siempre ha manifestado que El Conde era su cantante favorito.
Comenzamos nuestra antología de lo más destacado de Pete 'El Conde' Rodríguez con “Alto Songo”, un antiguo sencillo del álbum Pacheco de 1964 en la Feria Mundial de Nueva York. Observe la discreta elegancia en la entrega del sonero, así como el pegadizo coro de este mohoso estándar cubano.
“La Esencia del Guaguancó” es un gran salto adelante en cuanto a swing y rigidez del arreglo. El Conde echa leña al fuego; su ritmo es implacable aquí, y la composición (una joya original del cantautor puertorriqueño Tite Curet Alonso) nos lleva al paraíso de los bailarines de salsa. El Conde continuó interpretando versiones extendidas de esta canción en sus conciertos hasta su muerte.
Otro gran éxito del dúo, "Dulce Con Dulce" incluye toques agudos de bongo, una melodía de trompeta que gira y un estribillo devastador. Se extrae de la sesión de 1971 Los Compadres, el disco cuyo título y divertida foto de portada generó la mística de los compadres (“socios”), retratando a Pacheco y su cantante principal como mejores amigos y socios musicales de por vida.
El hipnótico “Primoroso Cantar” es de la sesión de 1973 Tres De Café Y Dos De Azúcar, considerada por muchos como la mejor de las muchas colaboraciones del dúo.
Siguiendo una tendencia que se ha convertido en un cliché entre las bandas de salsa populares, El Conde sintió la necesidad de dejar la seguridad del combo de Pacheco y emprender una carrera en solitario. Sorprendentemente, la separación fue todo menos amarga, y Pacheco es en realidad el director musical de El Conde, el debut en solitario del cantante en 1974. El álbum incluye temas fuertes como el autobiográfico “El Conde Negro” y “Fiesta En El Cielo”, un maravilloso ejemplo del toque majestuoso del crooner a la hora de interpretar boleros humeantes.
A partir de ese momento, El Conde alternaría su floreciente carrera en solitario con el ocasional registro de reencuentro con Pacheco. Es difícil distinguir entre ambos, ya que su producción en solitario siguió, en su mayor parte, el resurgimiento del conjunto arraigado defendido por Pacheco.
El Conde experimentaría su mayor éxito comercial en 1976 con el LP seminal Este Negro Sí Es Sabroso. Impulsado por una banda ajustada y brillantes composiciones de Tite Curet Alonso, el disco es perfecto de principio a fin. El tema de apertura “Catalina La O” es hasta el día de hoy uno de los éxitos que definieron la esencia misma de la explosión de la salsa de los 70. También desde esa sesión, “Pueblo Latino” hace un llamado conmovedor a la unidad entre los latinos: un mensaje sociopolítico disfrazado de un ritmo hipnótico.
Aunque disfrutó de las riquezas y la fama de un aclamado salsero, los primeros años de vida de El Conde estuvieron sembrados de tristeza: la muerte de su padre cuando aún era un niño; el racismo que lo rodeó durante la mayor parte de su juventud; y una dolorosa lucha por establecerse como un músico respetado. Esto puede explicar por qué gran parte del repertorio del cantante es melancólico por naturaleza.
Extraído del álbum Soy La Ley de 1979, “Recuerdos De La Escuela” es una melodía agridulce cuyo ritmo de cencerro optimista contrasta con las letras nostálgicas sobre regresar a su ciudad natal y preguntarse qué pasó con sus antiguos compañeros. Rico en capas y engañosamente complejo, es una de las melodías más destacadas de los últimos álbumes de El Conde.
Nuestro viaje llega a una conclusión épica con un tema particularmente exuberante grabado con Celia Cruz para el Compromiso de la sesión de Fania All Stars de 1980. “Encántigo” tiene la vocalización áspera que uno esperaría de un dúo con estos dos soneros. Pero también cuenta con un arreglo de cuerdas casi barroco característico de las producciones exageradas que Fania grabó a finales de los 70. El choque entre auténticos ritmos de rumba y grandeza orquestal es particularmente satisfactorio.
Pete “El Conde” Rodríguez murió mientras dormía el 1 de diciembre de 2000. Se mantuvo activo hasta el final, grabando un tema para el último disco de Tito Puente (Masterpiece, la colaboración del timbalero con el tecladista Eddie Palmieri) y haciendo alguna que otra actuación en vivo. con varias alineaciones de Fania All Stars. Hasta el día de hoy, su comportamiento modesto y sus soneos ardientes se extrañan profundamente.
Escrito por Ernesto Lechner