Heredero de la sólida tradición musical de su familia, Justo Betancourt fue un sonero inigualable, poseedor de un estilo personal único.
Comenzó su carrera a una edad muy temprana en su Cuba natal, donde participó con orquestas y bandas.
En la década de 1960, llegó a Nueva York, donde lanzó una nueva y brillante etapa de su carrera, cantando voces para el grupo legendario e inveterado, La Sonora Matancera, que ya estaba establecida en la ciudad. Betancourt se quedó con el grupo durante cinco años.
En años posteriores, fue miembro del coro de varios grupos, incluidos los de Eddie Palmieri y Ray Barretto.
A finales de 1971, firmó con Fania Records, donde demostró su experiencia musical: colaboró en una serie de álbumes exitosos, haciéndose un nombre como el cantante principal de Fania All Stars durante un período que expandiría etiqueta.
Colaboró en álbumes como "Tributo a Tito Rodríguez", que incluía su canción "Cara de payaso"; y “Leguleya no” de 1982, que obtuvo una amplia difusión en la radio.
Un director y vocalista talentoso, el nombre de Justo Betancourt quedará grabado para siempre en la escena musical popular.